martes, 16 de septiembre de 2008

La infiltración de la guerrilla en la universidad pública es un problema que no se puede esconder. La guerra que las Farc están perdiendo en la selva, la quieren trasladar a los campus universitarios. La imagen del guerrillero campesino analfabeta se quiere renovar por la de un joven intelectual con una leve inclinación extremista. El Movimiento Bolivariano es la adaptación urbana de un grupo terrorista que aún no entiende que la mediante la violencia no es viable llegar al poder.

Ver jóvenes encapuchados, gritando arengas a favor de la guerrilla, haciéndole publicidad a las Farc, intimidando a quienes van a la universidad a estudiar, es reprochable. Porque pensar diferente no es un delito, pero apoyar a un grupo terrorista camuflándose en un movimiento político, sí. Este no es un problema de ideología: no es malo promover las ideas comunistas o socialistas, como tampoco está prohibido difundir las ideas uribistas.

Lo que no se debe permitir, bajo ninguna circunstancia, es el uso de la fuerza para expandir un pensamiento. ¿Por qué hacer política de manera clandestina? ¿Por qué no dar la cara, porque utilizar capuchas? ¿Con bombas incendiarias y homenajes a Raúl Reyes se quiere participar democráticamente?

La universidad es un espacio de discusión, es ahí donde los jóvenes pueden controvertir. Y si la controversia se hace de manera transparente, sin la infiltración de grupos armados, no hay ningún problema, así se fortalece la democracia. Lamentablemente los hechos demuestran que las Farc, a través del famoso Movimiento Bolivariano, buscan el reclutamiento de milicianos urbanos que en el futuro serán los principales terroristas de la ciudad. Es por eso que las autoridades deben hacer algo, no hay que ser pasivos ante las pruebas, la autonomía universitaria no puede ser excusa para limitar la intervención de la Fuerza Pública.

Lo paradójico es que mientras el país hace marchas y reclama el fin de la guerra, personas como Piedad Córdoba convoquen a los jóvenes a la subversión. En vez de rechazar de manera radical la lucha armada como forma legítima de llegar al poder, algunas personas la justifican. Y si la guerrilla tiene infiltrados en establecimientos educativos, ¿no los tendrá en algunas instituciones estatales? ¿Cuántos FARC-políticos habrá? La guerra no es sólo en la selva.

La educación es fundamental para derrotar la pobreza. Entre mayor sea el numero de personas con un nivel educativo superior, las posibilidades de desarrollo del país serán mayores. Es por eso que el gobierno debe ayudar de manera decidida a las Universidades públicas. El apoyo debe ser financiero pero también de garantiza la seguridad de todos los estudiantes. Ningún centro educativo se puede convertir en la guarida de terroristas, el campamento de guerrilleros o la oficina de relaciones públicas de las Farc.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Dura realidad y difícil de enteder para los que vivimos en España.

Esta medianoche comprobarás como tu marcador deja de estar a cero y verás mi voto en tu marcador.

Un abrazo desde Barcelona.