lunes, 7 de julio de 2008

Todos vamos a morir, es inevitable, en cualquier momento, en cualquier lugar. La muerte es tan segura, pero al mismo tiempo tan impredecible, que es mejor estar preparado. Si planeamos la celebración de cumpleaños, bodas, grados y cualquier hecho importante de la vida, ¿Porqué no celebrar también la despedida de este mundo?

Quisiera morir después de haber vivido por lo menos cien años de una vida exitosa y feliz (¿Seré muy optimista?), quisiera ser recordado como alguien que dejó un legado en la humanidad, por muy pequeño que sea. No quisiera una muerte violenta, nada de accidentes o enfermedades dolorosas. Pero esto no se puede planear, en cambio los detalles de mi funeral sí:

Quisiera un "ataúd del pánico", de esos que tiene un botón en su interior para activar una alarma en caso de que el muerto no esté muerto. Lo vi en un noticiero chileno y me pareció muy útil, es mejor tener la opción de no ser enterrado vivo hasta el último momento.

Es cierto que los colombianos somos muy alegres y nos gusta la música, pero todo tiene un límite. Por mucho que me guste el joropo, no me imagino un grupo de música llanera tocando mientras mi cadáver es sepultado. Un entierro con rancheras o vallenatos es demasiado folclórico para mi gusto.

La sala de velación de una funeraria es también el lugar en el que viejos conocidos vuelven a verse. Así que primos que llevaban años sin verse, sobrinos que nunca han conocido a sus tíos que viven en el exterior, o amigos de infancia que se reencuentran, aprovechan la situación para hacer visita. Por lo que el anfitrión del evento (el tipo que está tieso y frio dentro del ataúd), pasa a un segundo plano. Yo no quiero eso en mi funeral.

Uno solo se muere una vez en la vida, así que un poquito de respeto, lágrimas y frases como: "tan buena persona que era", no sobran. Es verdad que no hay muerto malo, y eso hay que aprovecharlo. Quiero un vídeo tan conmovedor de mi vida, que todo aquel que lo vea piense que debo ser canonizado o nombrado héroe de la patria. Que lo exhiban en pantallas en la sala de velación, para que todos me recuerden. (¿Demasiado egocéntrico? No importa, igual, ya estaría muerto).

Finalmente, para que descanse en paz, dos detallitos:

1. Ampliar el menú de bebidas: ¿Porque solo ofrecer agua, aromáticas o café? Un juguito no le hace daño a nadie, así como una gaseosa no sobra y si es dietética, mucho mejor para quienes quieren conservar la linea.

2. No quiero que me cremen: Desde que vi aquella escena de la película La familia de mi novia, en la que el inquieto gato de la familia hace "sus necesidades" sobre la cenizas de un muerto, decidí no arriesgarme, no quiero ser el inodoro de ningun animal. Prefiero estar dos metros bajo tierra, sirviendo de comida a los gusanos...

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